TIEMPO, TALENTO Y TESORO

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”TODO LO QUE TENGO ES TUYO” (Lucas 15:31)

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Estimados amigos en Cristo:

Al iniciar nuestra campaña anual de corresponsabilidad, deseo compartir una verdad fundamental: todo lo que poseemos es un regalo divino. El aire que inhalamos, nuestras habilidades y talentos, el dinero en nuestras carteras, nada nos pertenece en realidad. Somos administradores, no dueños, llamados a gestionar los dones de Dios con un corazón lleno de gratitud.

El tiempo, el regalo diario de Dios: Cada día, Dios nos da 24 horas. La manera en que utilizamos este valioso obsequio es fundamental. El tiempo invertido en la oración nos acerca a Dios. El tiempo compartido con la familia nutre el amor, el dedicado al servicio transforma vidas, incluida la nuestra. Pregúntense: ¿Cómo me invita Dios a emplear mi tiempo? Tal vez sea a través de la oración diaria, el voluntariado una vez al mes o simplemente estando presente con aquellos que me rodean.

Talento, dones para compartir: Dios ha otorgado a cada uno de nosotros habilidades singulares. Algunos tienen el don de enseñar, otros el de consolar. Algunos son maestros de la organización, mientras que otros crean belleza a su alrededor. Algunos lideran con valentía, otros sirven con humildad. Estos dones no están destinados a permanecer ocultos, sino a fortalecer el reino de Dios. Sus talentos pueden parecerles ordinarios, pero se vuelven extraordinarios cuando se entregan a Dios. Cualquier don que posean encuentra su verdadero propósito al ser compartido con amor.

Tesoro, más allá del dinero: Nuestras contribuciones financieras respaldan los ministerios parroquiales: sostienen nuestra iglesia, nutren a los necesitados, educan a los niños y cuidan a los vulnerables. Cada dólar donado con fe se transforma en una herramienta para la obra de Dios. Pero, el tesoro abarca más que solo dinero. Es todo aquello de valor que podemos emplear para la gloria de Dios. La magnitud de la donación es menos importante que el corazón que la motiva.

Un corazón generoso: La auténtica corresponsabilidad surge de un alma agradecida. Al reconocer todo lo que Dios nos ha dado, el compartir se transforma en una fuente de alegría, no en una carga. Nos damos cuenta de que no podemos superar la generosidad de Dios: cuanto más ofrecemos, más espacio creamos para sus bendiciones. No se trata de dar hasta sentir dolor, sino de dar hasta que se sienta bien, hasta que vivamos la dicha de alinear nuestras vidas con los propósitos divinos.

Todo es un obsequio: Si todo lo que tenemos es un regalo de Dios, lo podemos devolver ofreciéndoselo a Él al compartirlo con los demás con amor. Cambiando de ser una obligación a ser una oportunidad. No damos por obligación, sino porque tenemos la capacidad de hacerlo.

Qué sigue: Reflexionen sobre cómo Dios nos invita a ser mejores administradores. Tal vez aumentando sus donaciones, integrarse como voluntario en un ministerio o tal vez organizando mejor el tiempo. Permitan que sus respuestas surjan de la gratitud por todo lo que han recibido.

Mi plegaria por nosotros: Ruego que cada uno de nosotros descubra la dicha de vivir con generosidad. Al aferrarnos a nuestro tiempo, talentos y tesoros con un espíritu generoso, hallamos la verdadera libertad. Cuando damos con un corazón agradecido, nos transformamos en las personas que Dios soñó que fuéramos. Todo lo que poseemos es, sin lugar a dudas, un obsequio divino. Demos como hemos recibido: con un corazón agradecido y un alma generosa.

Que Dios los colme de bendiciones,

Rev. John Murphy
Párroco

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